"Andábamos sin buscarnos, pero sabiendo que andabamos para encontrarnos"
Julio Cortázar

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busque el rock n roll

jueves, 13 de diciembre de 2012

Marita

¿Qué hacer cuándo las palabras no alcanzan?
¿Cuándo no hay significado lo suficientemente acorde para describir una sensación?
He ahí la limitación de la lengua. He ahí cuándo la literatura parece valer poco y el escribir se torna casi vergonzoso.
Hay -tengo- indignación y bronca y dolor y angustia y ganas-de-romper-todo (pero también la comprensión de que es en vano)
Hay -tengo- la piel sensibilizada, el estómogo cerrado, ganas llorar y una sensación de impotencia y gusto amargo que no me dejan seguir como si nada .-

Trata. Uno de los negocios más millonarios del planeta. Más vigente que nunca aún cuándo hace siglos que se prohibió la esclavitud.
No armas, metal que mata pero metal. 
No drogas, sutancias que matan pero sustancias.
Cuerpos, carnes, pieles, emociones, historias. Comerciadas, esclavizadas, vaciadas.
Y como si nada. La violencia patriarcal más vigente que nunca. Y la más clara, la más difícil de negar y sin embargo la que se niega.
Ellas son esclavas, esclavas sexuales.
Intimidades corrompidas, ajenidad que penetra y mancilla y aniquila y asesina -

La justicia está corrompida porque quienes la practican son sus proxenetas.
Pero nada quedará así.

Hay -tengo- el deseo de luchar.

Hoy todos somos Marita Verón-



Putrefacción

Casa derrumbada por bombardeo. Flavia y Fabricia en escena.

Fabricia: ¿Dónde está Flora?
Silencio.
Fabricia: ¿Sabés dónde está Flora?
Flavia: ¿Cómo?
Fabricia: Flora.
Flavia: ¿Qué pasa con ella?
Fabricia: ¿Dónde está?
Flavia: No sé.
Fabricia: Hace más de dos horas fue a buscar la comida y todavía no vuelve. Es raro, ¿no?
Flavia: Sí, es raro.
Fabricia: ¿Qué vamos a hacer con esta casa?
Flavia: ¿A qué te referís?
Fabricia: Está destruída.
Flavia: Sí.
Fabricia: ¿No la vamos a reconstruír?
Flavia: ¿Para qué?
Silencio. 
Fabricia: No sé.
Flavia: Siempre vuelve a derrumbarse. Es como un karma, no tiene sentido.
Fabricia: La derrumban.
Flavia: ¿Cómo?
Fabricia: Que no se derrumba. La derrumban.
Flavia: Sí. (Llora, al rato se calma) Sí, me encantaría nadar con delfines.
Fabricia: Acá no existen.
Flavia: Claro, por eso. Me encantaría.
Fabricia: Son los únicos animales que se reconocen en los espejos.
Flavia: ¿De verdad?
Fabricia: Claro.
Flavia: Yo creo que deberíamos mudarnos.
Fabricia: ¿Qué decís?
Flavia: Por las noches tengo frío. A mi cuarto le falta una pared. Y esos ruidos... Son muy molestos.
Fabricia: Las bombas.
Flavia: Sí. Son muy ruidosas.
Fabricia: No tenemos a dónde ir.
Flavia: Podemos ir a dónde querramos.
Fabricia: No tenemos plata.
Flavia: Me tengo que ir a trabajar.
Fabricia: No llegó Flora.
Flavia: Mandale mis saludos.

Sale.

Qué abismo

No soporto la idea de no-saber y de no-hacer. Intento economizar el tiempo y que cada instante tenga una razón -
Disfruto de la soledad. O al menos hace un tiempo lo descubrí. Me encanta estar sola en mi casa, escuchar música, leer, fumar uno, cocinar, ver una peli; me gusta caminar y sentarme en un parque un día de sol y escribir -
Sin embargo siempre estoy haciendo algo, como si no soportase la nada, que el tiempo transcurra y los pensamientos también. Como si. Como si en realidad, en ese algo, no estuviese sola. No yo realmente. Laura y sus pensamientos. No -
De alguna forma, igual, no paro de pensar, de querer saber. De querer saber qué quieren los otros -el otro-, de saber quién soy yo -
¿Disfruto o no de la soledad entonces?  Sí.
¿Estoy realmente sola? No lo sé.
¿Soy una persona que se abre para que los otros -el otro- también sepa? No. Sí. Tal vez. A veces. Hace un tiempo no, ahora intento que sí. Al principio no y después descargo, soy más cauta pero doy guiños que el otro debería poder interpretar.
¿Cómo? ¿Cómo soy? ¿Cómo seré? El control que controla el descontrol.
La necesidad de que todo siga un plan. La necesidad de saber, y sin embargo, la certeza de no saber nada.

No todo tiene que ser tan difícil. Las meditaciones y enrosques alejan de la tierra.
Las ganas de amor.-
Qué abismo

14 hs

De un lado, las sierras. Del otro, la llanura. Por medio, un tren. Dentro, una joven siente nostalgia. O como dírian en Brasil (como diría esa Clarice Lispector que justo, en este momento, lee), siente saudade. ¿De qué? De la vida.
Todo y nada.
De un amor. No de ese amor, sino de un amor, de un sentir amor, de un estado de cosas en que reina el amor. Y la pasión, y la piel.
Todo y nada.
Siente saudade de la relajación que dan 20 días de no hacer nada más que comer, beber, fumar y hacer el amor.
Todo y nada.
De un lado la sierra, y del otro la llanura, y en el medio un tren, y dentro una joven que escribe. Escribe porque eso la salva de esa saudade y le deja plasmar, tal vez, apenas un poco de lo que ve (de un lado la sierra y del otro la llanura)
Ella va en ese tren que separa esos opuestos y que por eso tiene un poco de ambos y entonces ella, de cierta forma, tiene algo de esos opuestos en sí. Tiene la sierra y tiene la llanura, y tiene esa escritura que escribe y que también tiene dos opuestos: salva y condena.
Todo y nada.
Y de pronto, todo es llanura.-